“Debería…”/”Me gustaría…”

depresion

Vivimos esclavos de deberes ¿ineludibles? Todas las cosas que decimos tener que hacer, todas las veces en que sentimos culpa al pensar en que deberíamos estar: estudiando otro idioma, haciendo un curso, saliendo a correr, haciendo gimnasia, ordenando el placard, deshaciéndonos de lo superfluo, etc, etc, etc.,

 

Nuestra zona de confort pasa a ser un lugar vergonzante en el que nos refugiamos los cobardes, abúlicos y holgazanes. La acuciante insistencia de los medios nos presiona a diario promoviendo una versión ideal de una persona ocupada, vital, llena de energía, la que luego de un día de trabajo intenso tiene fuerzas suficientes como para ayudar a sus hijos en sus deberes (con una sonrisa), hacer gimnasia, preparar una comida espectacular o con ganas de salir a bailar con su pareja (siempre con la mentada sonrisa). ¿No puede o no tiene ganas de hacerlo? ¿Para qué están las pastillas? Desde suplementos energéticos para poder parecernos a las personas de las publicidades, hasta analgésicos para paliar los dolores musculares. O las cirugías estéticas-

 

Este paradigma que nos presenta la sociedad de nuestros días nos afecta a todos, pero impacta dramáticamente en aquellos con un nivel de exigencia muy alto. En ellos, el sentir que no pueden llegar a parecerse a ese modelo los llena de culpa por lo que deberían estar logrando, y trae como consecuencia un marcado descenso de la autoestima, con la angustia que esto genera.

 

Estas personas tienen muy claro lo que deberían hacer, pero al preguntárseles qué les gustaría hacer se quedan desconcertadas y no pueden responder: no están acostumbradas a consultar sus deseos, sino a pensar en sus obligaciones. Es por eso que tienen claro qué es lo que no les gusta de sí mismas y deberían cambiar, y no saben qué les gusta de ellas, mostrando una mirada distorsionada por el “deber ser”.

 

Una terapia de tipo cognitivo conductual puede ayudarlos a adecuar su nivel de exigencia a la medida de sus posibilidades, a cambiar lo que sea necesario, y a aceptarse, atenuando la culpa y la angustia consiguiente, aprendiendo a consultar sus deseos.

 

En resumen, no sólo que sepa coser y que sepa bordar, sino también que sepa abrir la puerta para ir a jugar.

 



Copyright © 2000 - 2015 Derechos Reservados - Centro Apertura
E-mail: direccion@centroapertura.com.ar

Desarrollado por: Supercreativos